Para este artículo quería hacer algo diferente, así que he decidido hablarte un poco de mi historia en versión cuento.
¿Te apetece leerlo? Pues empieza así…
Había una vez una aventurera llamada Berta, que siempre estaba buscando nuevas experiencias y emociones en su vida. Un día, decidió hacer una mochila y viajar a Nepal, un país que siempre había querido visitar...
Pero antes pasó por la India, y allí, Berta conoció a Daria, una mujer excepcional que le enseñó un par de cosas sobre el macramé… y aunque al principio, Berta no sabía nada sobre esta técnica, quedó fascinada por las hermosas piezas y poco a poco fue cogiéndole el truco.
Pronto, comenzó a hacer sus propias joyas artesanas y se dio cuenta de que el macramé no se le daba mal del todo…
Berta continuó trabajando en su técnica y, al mismo tiempo, descubrió los paisajes impresionantes del país y su cultura única: pudo disfrutar de la belleza natural de Nepal, desde los picos nevados de los Himalayas, sus lagos, hasta las exuberantes selvas tropicales del sur y las espectaculares stupas.
En cada lugar que visitaba, Berta se inspiraba en los colores de las prendas, plantas, texturas y paisajes que veía, y que luego incorporaba en sus joyas hechas a mano.
En un país donde el color es una parte integral de la vida, descubrió una paleta increíble en la ropa, la decoración, la comida y la religión, con colores vibrantes y llenos de significado.
Berta nunca regresó a su casa del todo, porque su corazón se quedó en Nepal, pero de vez en cuando volvía a Barcelona con maletas llenas de recuerdos, piedras preciosas (sostenibles) y nuevas ideas para sus joyas de macramé.
Y cuando estaba allí extrañaba los paisajes y la gente de Nepal, pero sabía que volvería, porque entre las personas que conoció allí había encontrado no solo una fuente de inspiración, sino una segunda familia maravillosa.